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PROTÉGEME DE AQUELLO QUE DESEO

Actualizado: 22 ago 2019

Por Gabriela Delmastro




“Protégeme de aquello que deseo”

Jenny Holzer

La intermitencia de una luz blanca y cansina parpadea mientras una mujer murmura y fuma en bata azul marino durante una transmisión de radio, los oyentes dan distintas opiniones acerca de la falta de reproducción. Desde que una entra a la sala se da ese lindo envión mágico: un vuelco a un universo plagado de una belleza rota y decadente que es una cocina de una casa devenida en laboratorio y oficina de compra y venta de semen.

La escenografía de Victoria Kamien retiene y condensa la historia, ofrece a lxs actores, y, sin dudas a lxs espectadores, un núcleo radioactivo donde cada escena, el adentro y el afuera se delinean con contundencia y maravillosamente a favor de la historia y la puesta. Plagada de frascos, probetas, tubitos, anaqueles donde hay cables entrecruzados con tazas y una heladera de kiosco con tubos de ensayo de dudoso contenido, la cocina está abarrotada de cacharros que se confunden entre lo hogareño y el negocio de la fertilidad. Cada elemento, cada objeto, hasta los más pequeños, entran en una suerte de capa sobre capa, como en una pintura, que van tapando y descubriendo a otros nutriéndonos de datos, los del universo de esta familia en estado de emergencia vincular, de su situación agotada situación económica y aquello que cada unx intenta llevar a cabo para cambiarlo.

En un estado de las cosas violento, en un futuro no muy lejano donde hay femininjas, el oxígeno está enrarecido y existen generaciones sin poder embarazarse, estas personas que parecen habituadas pero aún así deseantes se individualizan o aúnan conforme las alianzas que logre para alcanzar la meta.

Marta Haller, nos recibe mientras dan sala fumando con una elegancia lynchiana como en Blue Velvet, es la madre inquieta que advierte el negocio de los tubitos a su pesar.

Su hija, Mariana Cavilli, una mujer de adusto uniforme de enfermera y pelo tirante, está enfocada de manera burocrática y hasta tirana en la compra de semen. A medida que la obra transcurre se torna en una vulnerable y deseante mujer erotizada por la idea de la maternidad y luego por el deseo sexual o el amor, o las tres.

El nexo entre el adentro y el afuera es el motoquero del conurbano impecablemente bien interpretado por Diego Quiroz, es desperzonalizado que es retenido como la gallina de los huevos de oro por la familia. Rústico y apurado, transpirado, y con la mente puesta en que no lo maten en sus entregas, es el chasqui posmoderno en época de peligrosidad apocalíptica.

El deseo aparece en cada unx de estxs personajes de manera concreta, encubiertamente feroz o exaltadamente expuesto descubriendo la trama, el enorme tejido de araña de familiar y un afuera apocalíptico.

Algo ocurre entre aquello que se hace mecánico y que es el umbral que da paso a la meta: un genial y sutil orgasmo donde la cara de Cavilli en primer plano gesticula con sutileza ese umbral, la cercanía de la meta y el goce maravillosamente inesperado sin resistencia que lleva a querer más.

La cadencia para atender, armar y desarmar conflictos desde la manipulación solapada de la empleada de confianza de la familia que interpreta Valeria Roldán nos brinda la comicidad y el humor necesarios en medio de los gritos, los silencios y los reclamos de los deseos que se aúnan vorazmente.

El padre de la enfermera es el actor Abian Vainstein, un genetista ambicioso, decadente y manipulador que retorna aunque no quiera como recordatorio del derrumbe familiar pero también como la posibilidad de obtener la gloria y el dinero ante el hallazgo de un semen Premium..

El diseño de vestuario de Esttefanía Bonessa se muestra excelentemente calibrado en cada personaje, en sus matices, particularidades y momentos de la obra. La exquisita sonoridad, musicalidad y la luz que realizaron Beto Bit y Matías Sendón son vitales, necesarias y generadoras de climas en cada escena montada casi en cinematográfica teatralidad.

Me pregunto entonces: ¿A qué nos conduce y en qué nos convierte el deseo? ¿Cómo y en qué nos transforma? ¿Se sabe saber desear? ¿ y qué es lo próximo? Como dijo alguna vez un querido actor “hoy en día desear es revolucionario”. Y vuelvo a citar a la artista Jenny Holzer con su frase colocada en una enorme cartelería en medio de la ciudad “protegeme de aquello que deseo”…

Esta es una bellísima obra de Felicitas Kamien, que nos mantiene en alerta y sumidxs en el deseo de esxs personajes vulneradxs en un mundo más roto aún de lo que las predicciones climáticas y de sustentabilidad advierten. Con una puesta que evidencia un enorme trabajo previo de parte de todo el equipo y con una presentación cruda y directa.

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