Por Valeria Castro
Una obra completamente hermética donde nada de lo que presenciamos está librado al azar. Alfa no te suelta un segundo porque los lenguajes están tramados milimétricamente y en este caso el todo es mucho más que la suma de las (impecablemente bien trabajadas) partes.
Hay disfrute en escena. Hay disfrute en la platea. No nos queremos perder nada y la obra nos lleva: La trama es un reloj. Los cuerpos de los actores están encarnados, extrañados de principio a fin. La luz cinematográfica “Lyncheana” nos sumerge. La música tiene un espesor conmovedor. Los audios completan el relato más como acción que como descripción. El espacio funciona a la perfección y la construcción de los “afueras” es tan potente como el interior que se nos presenta.
Sin dudas es la factura de la dramaturga y directora Felicitas Kamien la que articula este universo para que lo presenciemos como un todo indisoluble.
Es una grata sorpresa ver propuestas teatrales que se animen a jugar a la anticipación, a la distopía, más aún si como en este caso el juego sale bien y se nos revela como un “grotesco distópico”. El prejuicio lleva a veces a creer que la ciencia ficción está reservada al soporte audiovisual con sus “chiches” y posibilidades de edición. Alfa desmantela ese prejuicio ancla en nuestra realidad y apuesta a que; en Argentina, Capital Federal y alrededores un futuro hipotético podría ser más o menos así. Mientras Black mirror propone inteligencias artificiales y pantallas por doquier, Alfa sostiene que, en el conurbano bonaerense, muy bien se podría traficar semen como posibilidad de “forrarse”. Mientras Handmaids Tale refleja una sociedad del control, Alfa propone desesperación y extorsión emocional en una cocina donde no hay mucho para cenar, pero si tubos de ensayo, libros de actas, fajos de guita y rivotriles. Éstos sí que podríamos ser nosotros.
Éste si podría ser nuestro apocalipsis.
La familia disfuncional. El “salvarse” a toda costa. El negocio familiar. El deseo materno. El género como amenaza potencial o real. La “ideología” de género. La ley del padre. La manipulación genética. La contaminación. La supervivencia. La objetualización. La decisión de reproducir o no esta humanidad. El mandato familiar. La traición. Son algunas de las resonancias de esta pieza que se mete con todo lo que quiere meterse.
Celebramos que Alfa construya un verosímil tan potente arriesgándose a terrenos absurdos, corridos, apelando al sentido del humor y desnudando la precariedad humana y la ambición de quienes habiéndolo perdido todo de todas formas desean, a toda costa, siguen.
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